lunes, 27 de abril de 2015

Escañuela, villa antigua y señorío.



Fernando III el Santo pintado por Valdés Leal. Catedral de la Asunción de Jaén.


Escañuela es una villa antigua, de la que se hace mención en crónicas y publicaciones. Aparece como tal en el Atlante Español y esto quiere decir que como villa cuenta con algunos privilegios que la diferencia de las aldeas o los pueblos y lugares pero que no llega a ser comunidad de villa, es decir, ciudad. Como antigua quiere decir que existe desde hace mucho, de tiempos remotos.


Atlante Español tomo XIII 3ªparte p. 268

"Escañuela, señorío y villa antigua" son  pues epítetos que le corresponden por derecho y que la caracterizan.
Fue conquistada por Fernando III el Santo que se la dio a su segunda esposa la reina doña Juana de Ponthieu como señorío. 

En la época musulmana se creó un ordenamiento del espacio que fue sustituido parcialmente en el  siglo XIII por los cristianos tras la reconquista, y este proceso de transformación culminará en el siglo XV según el profesor Tomás Quesada, autor con muchas publicaciones de la época en su haber.
En la división geográfica de los musulmanes existe una demarcación comarcal llamada "iqlin" y que se traduce por clima, un conjunto de poblaciones con una orograíia y un clima parecidos que Inb al Jatib en su Al-Lanha al-badriyya a su vez lo incluye dentro de otra demarcación superior, la "cora." La Campiña, en árabe Kambaniya perteneció a la cora (demarcación provincial o regional) de Córdoba, Qurtuba. Es de señalar, que en la repartición hecha por el rey Fernando III el Santo, Escañuela ya aparece como un señorío, esto es en la Historia Genealógica de la Casa de Lara de Luis de Salazar y Castro en manos de la reina doña Juana de Ponthieu y más tarde del infante de Castilla don Luis de Castilla Danmartín su hijo.
 
Salazar y Castro.

El rey Fernando III el Santo cambió toda la ordenación musulmana del territorio estableciendo las unidades de ciudad, aldea y cortijo. También creó el Reino de Jaén con territorios de diferentes coras y climas, estableciendo su capital y obispado en la ciudad de su nombre. Así, por ejemplo, Porcuna pasó de ser una ciudad, medina, a ser una aldea. El hecho fue que el rey no utilizó adalides musulmanes para la demarcación geográfica de Jaén y en este momento es cuando se cambian muchas lindes en nuestra tierra.


En la imagen del mapa de Escañuela.


Parece que Escañuela fue en los tiempos de la dominación árabe un husum, es decir, una ciudadela en donde los campesinos en caso de ataque se podían refugiar y esto lo digo por dos razones, porque está constatado en la conquista de Córdoba que en el pueblo había una guarnición militar, en árabe rábita, y por la cantidad de cortijos, alquerías, cercanos que existen a su alrededor, algunos tristemente desaparecidos en el siglo XX.

La conquista de Córdoba fue en 1235, la de Arjona en 1244 y la de Jaén en 1246. Escañuela, Isqalyula en árabe, estaba adscrito al concejo de Jaén, aquí recordaremos que los moros Isqalyula, Escañuela, fueron reyezuelos de Escañuela y Jaén antes de apoyar a su sobrino Ahamar como sultán de Aryuna, Arjona.

Les dejo con la narración de los acontecimientos de la conquista de Jaén escrita por Miguel de la Fuente Alcántara en su Historia de Granada... que fue publicada en Granada en 1848 con prólogo de su amigo José Zorrilla. Fue académico de la Real Academia de la Historia y caballero de la orden de Carlos III. Es la que más me ha gustado por su dinamismo y plasticidad. Los datos son coincidentes con la mayoría de las crónicas al respecto:


"Las acometidas de los cristianos no permitían a Alhamar dedicarse a trabajos útiles ni a los dulces pasatiempos del hogar doméstico. Había fallecido Álvar Pérez, uno de los campeones cristianos mas temibles, y San Fernando, recelando que la falta de tan valeroso caudillo entibiase el valor de sus soldados, acudió desde Castilla, rindió entre otras fortalezas del reino de Córdoba la de Porcuna (la antigua Obulco) que hoy pertenece al de Jaén, y considerando que la peña y castillo de Martos era la fortaleza principal de la frontera, lo cedió con aquella plaza a los freires y maestres de Calatrava...

Alhamar se propuso refrenar la audacia del enemigo, y sobre todo escarmentar a los caballeros de Calatrava, los mas bravos y temibles. Salió de Granada con una lucida hueste y provocó a D. Rodrigo Alonso, hijo del rey de León y hermano del rey Santo, que andaba talando olivares y viñas, y descomponiendo acequias en las inmediaciones de Jaén. Avisados los fronterizos de la proximidad de los moros, reuniéronse y los aguardaron en buena posición. Atacó Alhamar, dispersó la hueste cristiana y acuchilló a la tropa desbandada. Murieron el comendador de Martos llamado D. Isidro, casi todos los freires, Martín Ruiz de Argote que se había señalado en la conquista de Córdoba y otros caballeros muy valerosos. Quedó cautivo Miguel Ruiz, hermano de Martín: los vencedores aterraron la comarca e hicieron a sus nuevos dominadores acogerse al recinto de las fortalezas.

No bien llegó a oídos de San Fernando la noticia de este revés, llamó á todos los campeones de Castilla, y acudió por el puerto de Muradal acompañado de la reina Doña Juana, que caminando asustada desde que entró en Andalucía, quedó en Andújar. El rey partió de esta ciudad, taló los campos de Arjona y Jaén y pasó a Alcaudete, ocupada por los caballeros de Calatrava. Desde aquí ordenó que Nuño González, hijo del conde de Lara, cercase y combatiese a Arjona con la mayor parte del ejército, cuya empresa fué acometida con singular pericia y ardimiento. Los moros se defendieron valerosamente; pero al ver al siguiente día que el rey en persona conducía mayores refuerzos, desmayaron y se rindieron, con un partido que puede llamarse ventajoso en un tiempo en que la muerte o el cautiverio perpetuo o la expulsión de los propios hogares era la suerte del vencido.

 Quedaron en Arjona casi todos los moros, y solamente salieron los adalides que no inspiraban confianza. Desde allí partió el rey con su ejército y ganó los castillos de Pegalajar, Bejijar y Carchena, y envió a su hermano D. Alonso con los pendones de los concejos de Baeza, Úbeda y Quesada, y a Sancho Martínez de Jódar con buena hueste a talar la vega de Granada; mientras volvió a Andújar, trasladó la reina a Córdoba, y vino con presteza en socorro de su hermano. El príncipe D. Alonso entró en la feraz llanura y entretúvose en asolarla durante diez días. 

Alhamar salió de su corte con 800 caballos y dió varias cargas á los cristianos, haciéndoles buscar un abrigo en las asperezas de la sierra de Parapanda, mas habiendo acudido San Fernando desde Córdoba con refuerzos, avanzó hasta las puertas de Granada, desde cuyas torres veían los moros sus aldeas reducidas a pavesas, incendiadas sus mieses y talados los árboles de sus huertas. Los campeones árabes en número de 300 jinetes, indignados de aquella devastación, cargaron una mañana de improviso con tanta furia que desordenaron las filas cristianas alanceando a muchos peones. El mismo S. Fernando tuvo que ponerse al frente de sus caballeros desbandados y lidiar con gran riesgo. Atroz fue el combate, los moros volvieron a Granada, y los cristianos se retiraron también con bastante pérdida. 

Aceleró la retirada de los castellanos la noticia de que los gazules, africanos valerosísimos establecidos en los lugares de la frontera, para pelear con los caballeros de las órdenes, cercaban y tenían en grande aprieto a la escasa guarnición de Martos. Marcharon en su auxilio el príncipe D. Alonso y el maestre de Calatrava D. Fernando Ordóñez con sus freires, el socorro no fue necesario. El comendador Juan Pérez no sólo defendió el castillo con increíble heroísmo sino que empuñó la espada y cabalgó, y seguido de sus caballeros arremetió a los moros y les hizo levantar el cerco con pérdida de bagajes y mochileros.


No se ocultaba a Alhamar que ocupadas por los cristianos las fortalezas de Martos, Porcuna, Arjona y Belmes, era incesante el bloqueo de Jaén, amenazada de continuo esta ciudad encerraba una guarnición numerosa; y como estaba talada la comarca y eriales los campos con las correrías del enemigo, los defensores carecían de cercanos recursos. Los fronterizos habían formado empeño en rendirlos por hambre, y cada vez que se preparaba para aquellos un convoy, la escolta granadina tenia que rechazar furiosas embestidas. El bravo alcaide Abu Omar Alí Ben Muza avisó que escaseaban las provisiones, y que aun cuando sus caballeros salían a la campiña ni encontraban ganados, ni grano, ni socorro de ninguna especie. 

Dispuso el rey auxiliarle con un convoy de 1500 cargas, de lo cual tuvieron fiel aviso los cristianos por los adalides y espías. San Fernando despachó a gran prisa a su hermano D. Alonso para que, capitaneando los concejos y pendones de Baeza y Úbeda, evitara a todo trance la entrada de los víveres, luego vino el mismo rey acompañado de D. Rodrigo de Valduerne, de D. Diego Gómez y de D. Alonso López de Bazán, llegó a Arjona, salió de esta plaza y se emboscó en el camino. Las recuas salieron en efecto de Granada escoltadas por 500 lanceros, la vanguardia descubrió la celada y avisó a los conductores y caudillos, detuviéronse éstos y mandaron volver antes que trabada la batalla hubiese servido de estorbo la gran comitiva y caído en poder de los cristianos,aunque algunos temerarios decían que la obligación de caballeros era ir adelante y una mengua no aventurar una batalla en servicio del rey, se sometieron al parecer de los jefes. 

Alhamar, al saber las diferencias ocurridas entre el valor y la prudencia, aprobó la determinación de los unos y alabó la valentía de los otros. S. Fernando, cansado de aguardar, se retiró a Arjona.

Jaén, la Aurigide de los romanos, había recibido las tribus de soldados de Calcis en los primeros años de la conquista y fue patria de guerreros célebres, de sabios y literatos ilustres. Los artífices árabes reedificaron las sólidas torres y murallas romanas constituyendo como principal baluarte el castillo que aun corona á la ciudad, flanqueado de torres y risueño con varias y deleitosas vistas. El recinto exterior estaba también fortificado: la generalidad de sus vecinos era agricultora. Aunque las casas formaban calles tortuosas y estrechas, tenían recreación interior con jardines y fuentes cuya formación facilitaban los copiosos raudales que brotan en aquel suelo. Algunas tribus africanas se habían establecido en tiempo de los almorávides y adquirido muchas propiedades en la comarca.

Los cristianos, firmes en su propósito de arrasar la tierra, de sumir en la desesperación a los enemigos y de empobrecerlos, habían escogido los contornos de Jaén como blanco de sus iras, hasta que S. Fernando, que en sus empresas seguía un plan constante y un cálculo certero, determinó ocupar una plaza desde donde resguardaba a Córdoba, amenazaba a Granada y abrigaba todo el distrito del nuevo obispado de Baeza. Antes de acometer aquella empresa quiso fatigar al rey Alhamar, bajó de Castilla, se detuvo en Andújar y convocando a los fronteros taló los campos de Alcalá la Real, incendió después los arrabales de Illora, mató y cautivó multitud de moros, haciendo además rica presa de ropas, joyas y ganados. Avanzó con la hueste asoladora hácia Iznalloz, donde escaramucearon con mal éxito los guerrilleros de Granada, y habiendo corrido la vega sin oposición, volvió á Martos. 

Estando en esta ciudad llegó a su real el maestre de Santiago D. Pelayo Correa, que venia de guerrear en el reino de Murcia, donde el infante D. Alonso, llamado después el Sabio, adelantaba y extendía la conquista. Era el maestre tan entendido en asuntos de guerra, que el mismo rey le pidió consejo y tuvo la satisfacción de que aprobase el proyecto de cercar a Jaén. Convocados todos los campeones cristianos, formáronse dos huestes para que una sitiase de continuo la ciudad mientras la otra estorbaba el socorro de Granada y descansaba en los pueblos comarcanos. De esta suerte pudieron los soldados tolerar las fatigas de un largo cerco sostenido por el bravo Omar y sufrir los rigores de un crudo invierno. 

Alhamar hizo inútiles esfuerzos para socorrer la plaza, y conociendo la perseverancia del enemigo y que se levantaban, en Granada, tomó una resolución extraña: presentose en las avanzadas cristianas armado de punta en blanco; solicitó una entrevista con S. Fernando, y concedida se dió a conocer poniéndose bajo su fe y amparo y ofreciéndole sus tesoros. 

San Fernando no quiso que Alhamar le cediese en generosidad y confianza; le abrazó cariñosamente, le llamó su mejor amigo y rehusó aceptar las dádivas, diciendo que le bastaba recibirle por su vasallo, respetando el dominio de todas sus tierras y ciudades; concertó que le pagase 1500 marcos cada año, que fuese obligado a servirle con cierto número de caballeros cuando le llamase para alguna empresa y que irá cortes cuando le convocase como uno de sus grandes y ricos hombres, asimismo pidió que hubiese presidio de cristianos en Jaén y que se tuviese aquella ciudad como en rehenes por sus caudillos, bajo estas condiciones se entregó la plaza y se despidió el rey de Granada del de Castilla.

El día de la entrada de los cristianos en la ciudad reinaba un silencio sepulcral, que solo interrumpía el cántico de los clérigos que se dirigían en procesión a la mezquita mayor, para consagrarla con el título de la Asunción que aun conserva. El rey hizo cantar una misa a D. Gutierre, obispo de Córdoba, y trasladó a ella la silla episcopal de Baeza, que dotó ricamente con villas, castillos y heredamientos; envió luego por pobladores castellanos, atrayéndolos con dádivas y privilegios. Ocho meses permaneció en Jaén pacificando la ciudad, dando ordenanzas municipales, fortaleciendo los muros y levantando nuevas torres y adarves. No habituado a la ociosidad juntó los maestres de las órdenes y los ricos-homes y decidió, previo consejo de éstos, salir a campaña contra el rey de Sevilla".

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